Fue un día histórico para todos los que seguimos de cerca la actividades espaciales, sin importar origen, edad o profesión.
6 de Febrero, 2018 - Manuel Mazzanti - Centro Espacial Kennedy
Tanto se habló del Falcon Heavy durante años, que cuando finalmente llegó el día, una rara mezcla de ansiedad y descreimiento se apoderó de muchos de nosotros esperando el despegue en el Centro Espacial Kennedy.
Para ser justos, descreimiento no es la palabra adecuada, al fin y al cabo todos sabíamos que algún día este momento llegaría, pero luego de años de promesas, demoras y cambios de diseño, estar a pocas horas del lanzamiento parecía un sueño. Se acercaba el momento y mientras preparábamos cámaras, trípodes y lentes nos mirábamos y asentíamos entre nosotros, “de verdad va a pasar!”. Y pasó. Después de varias demoras durante el día por fuertes vientos de altura y cuando faltaban pocos minutos para el cierre de su ventana de lanzamiento, Falcon Heavy despegó. Ese 6 de febrero fue una verdadera fiesta. De verdad fue emocionante.
No es mi idea describir o hablar del lanzamiento en sí. O del espectacular doble aterrizaje sincronizado de sus sus cohetes laterales o del Tesla rojo y Starman, su piloto (ya casi convertido en personaje de culto). Muchos se han encargado de hacerlo y muy bien. Eso sumado a millones de videos que se han compartido “online” y ni hablar de la transmisión o “streaming” oficial en el canal de SpaceX, convirtiéndolo en el segundo evento en vivo más visto en la historia de YouTube, detrás del famoso salto en paracaídas de Felix Baumgartner desde su Red Bull Stratos. 2.3 millones de personas vieron el lanzamiento en vivo. Y de eso sí creo vale la pena hablar.
El 6 de Febrero de 2018 se transformó en un punto de inflexión, en un renacer del programa espacial. Un renacer mas que especial ya que esta vez, y contrario a lo que el común de la gente podría pensar, no estaba siendo liderado por la NASA. La empresa que llevaba la batuta era SpaceX. Una empresa privada.
La compañía liderada por Elon Musk ya venía sorprendiendo al mundo aeroespacial desde hace un tiempo. Después de años de intentar y fallar, en diciembre de 2015 finalmente logró lo que muchos en la industria consideraban imposible, aterrizar la primera etapa de su cohete orbital Falcon 9 en Cabo Cañaveral. En abril de 2016 logró su segundo aterrizaje, esta vez en la plataforma o barcaza “Of Course I Still Love You” anclada a 600 km de la costa. Le siguieron mas y mas aterrizajes.
Pero Musk tenía todavía que demostrar que para realmente abrir las puertas al espacio de forma masiva y lograr que la humanidad se transforme en una especie multiplanetaria, la reusabilidad era algo esencial, real.
En el caso de SpaceX, su cohete Falcon 9 tenía que despegar, aterrizar, volver a despegar y aterrizar muchas veces, bajando así el costo de acceso al espacio. “¿Imaginen si una línea aérea tirara sus aviones cada vez que llegan a destino? Una locura total”, asienta. “Volar sería tan caro que solo un puñado de personas podrían hacerlo. Un cohete o nave espacial tiene que tener el mismo nivel de reutilización que un avión”, afirma Musk.
El 30 de Marzo de 2017 SpaceX lograría otro “imposible”, re-lanzar por primera vez uno de sus Falcon 9 poniendo en órbita geo estacionaria al satélite SES-10. Luego de un despegue perfecto, la primera etapa del cohete haría historia aterrizando 8 minutos más tarde en la ya famosa barcaza “Of Course I Still Love You”. La reusabilidad de un cohete orbital se convertía en realidad.
La última versión del Falcon 9, llamada “Block 5” o versión 5, lograba transformar lo imposible en rutinario, despegues y aterrizajes, uno tras otro. Un mismo Falcon 9 ha sido ya utilizado hasta cuatro veces*, con el objetivo de llegar a 10 vuelos con mínimo mantenimiento.
La madurez que SpaceX había logrado con su Falcon 9 permitió ahora sí, dar el salto al tan esperado Falcon Heavy, que no era ni más ni menos que unir a tres Falcon 9, convirtiéndolo en el cohete más poderoso desde el Saturno V, aquella maravilla que llevó al hombre a la Luna.
El lanzamiento fue histórico en muchos aspectos. Y a no ser porque el cohete central o “core booster” no logró aterrizar en la barcaza, fue una misión casi perfecta, extremadamente difícil de lograr cuando se prueba un cohete por primera vez y más teniendo en cuenta todas las variables que pueden salir mal.
Fue histórico porque además representaba, aunque no se lo comentaba en voz alta, la llegada definitiva de una nueva generación de empresas en el mercado, que lideradas por SpaceX, mostraban que se podían hacer las cosas de otra manera. Mas rápido, más efectivo y por sobre todas las cosas, mucho mas económico.
Después de muchos años de sequía, Falcon Heavy logró despertar el interés de millones de personas en el programa espacial. Gente que no veía un lanzamiento en años se volvió a conectar con el tema. Chicos que jamás experimentaron uno lo hicieron por primera vez de la mano de sus padres, yendo a Cabo Cañaveral o viéndolo por Internet. Las principales cadenas de TV mostraron el lanzamiento en vivo, cosa que no ocurría en años.
Cientos de periodistas, fotógrafos y medios de todo el país y el mundo inundaron las instalaciones del sitio de prensa del Kennedy Space Center, a tal punto que se tuvo que utilizar un edificio anexo para poder albergar a todos. Me daba la sensación de estar reviviendo uno de los últimos lanzamientos del Taxi Espacial o Space Shuttle, 7 años atrás.
La llegada de SpaceX, que junto con otras empresas se fueron instalando en Cabo Cañaveral y zonas cercanas, como Blue Origin, ULA, Boeing, OneWeb, sumadas a las ya tradicionales Lockheed Martin, Harris, Northrop Grumman y Raytheon, entre muchas otras, trajeron consigo un caudal de mano de obra calificada a la zona, mas conocida como “The Space Coast” o costa espacial.
El área que rodea al Centro Espacial Kennedy desde Titusville al oeste, Cabo Cañaveral, Puerto Cañaveral y Cocoa Beach, al sur, y que desde los años 60 vivían tradicionalmente de la industria aeroespacial, sufrieron, con el retiro del Taxi Espacial del 2011, sus horas mas oscuras en términos económicos.
El renacer se hizo esperar. Desde el 2011 solo un puñado de lanzamientos por año no lograban remontar la tristeza del lugar. Pero SpaceX aceleraba su cadencia de lanzamientos, desde satélites comerciales a misiones para llevar provisiones a la Estación Espacial. ULA aportaba lo suyo y Blue Origin comenzó a construir una enorme oficina y hangar para fabricar sus cohetes. Cada vez más gente se mudaba a la famosa Costa Espacial. Comercios y restaurantes que habían cerrado por años abrían nuevamente. Poco a poco se podía palpar una nueva era.
Los días previos al lanzamiento la zona desbordaba de gente, con hoteles y restaurantes llenos. Tráfico. Y el 6 de Febrero ya desde muy temprano en la mañana, caravanas de autos buscando lugar para estacionar y poder elegir la mejor ubicación en los distintos lugares de acceso público. Playas repletas.
Meses antes, el propio Elon Musk invitaba a la gente a ir a Cabo Cañaveral para ver el lanzamiento y afirmaba “para bien o para mal, será algo que valdrá la pena ver”.
Sin dudas valió la pena. Fui testigo de un nuevo renacer y todo indica que estamos a las puertas de una nueva era de oro en la exploración espacial.
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